Mítico Ararat, a las puertas de Irán

18 de febrero de 2006

Volvíamos a Maçka por segunda vez para intentar subir al monasterio de Sumela, ya que la vez anterior la carretera estaba cerrada por la nieve. Esa mañana se levantó soleada, quizá tendríamos suerte.

Durante el camino un esperpéntico restaurante llamó nuestra atención, estaba decorado de un modo surrealista, nos paramos a hacerle unas fotos, se lo merecía. A la entrada de Maçka había un monumento que no nos esperábamos encontrar ni por asomo, era un homenaje a la amistad Turco-Española, no teníamos ni idea de cual era el motivo por el cual se podía haber erigido aquí! este monumento aunque más tarde nos disiparían todas las dudas, fue en las montañas cercanas a Maçka donde se estrelló el Yukolev español, muriendo más de 40 militares que venían de Afganistán.

Ararat-VI

Fortaleza de Ishak Pasha en Dogubeyazit

La policía nos dijo que la carretera estaba cerrada, «çok kars» nos decían, que significa mucha nieve, decidimos que le daríamos un día más, nuestra batería flojeaba de los pocos kilómetros que estábamos haciendo últimamente. Dormimos en una gasolinera a un kilómetro del pueblo. Esa tarde paseamos y aprovechamos para llamar a nuestros padres. Cuando acabamos de cenar la batería se vació, nos asustamos bastante, era la primera vez que nos pasaba algo así, quedarnos sin batería suponía quedarse sin luz, sin bomba de agua y sin calefacción. Apagamos la luz inmediatamente y nos fuimos a pasar la noche en el restaurante de la gasolinera donde, claro esta, éramos la atracción. Fue una noche curiosa, amenizada por dos policías que no paraban de preguntarnos cosas, viendo un culebrón a la turca y al calor de la soupa, estuvimos con ellos hasta las 12 de la noche.

AraratAl levantarnos nos fuimos enseguida, no sin antes despedirnos, volvimos a Maçka y un policía nos dijo que era imposible llegar, definitivamente, dejamos el Monasterio para otra ocasión, teníamos que hacer kilómetros y cargar la batería.

Y vaya si hicimos kilómetros, alrededor de 300, la mayoría de ellos entre puertos de montaña, pero tuvimos mucha suerte, de los tres horribles puertos por los que pasamos, uno de ellos a 2400 metros, no tuvimos que poner cadenas en ninguno de ellos, aunque todo el mundo nos decía que teníamos que ponerlas. Llegamos a Akçale bastante cansados, ya estábamos de vuelta en la Anatolia y se notaba en el termómetro, aparcamos en una gasolinera y pusimos la calefacción, no arrancaba, una faena gordísima, pensamos que era por la batería, que nos la habíamos cargado de tanto uso y tan poca recarga.

Lo que estaba claro es que no podíamos quedarnos ahí, hacía demasiado frío, teníamos que dormir en un hotel, llegamos esa misma tarde a Erzurum, hicimos en una etapa lo que pensábamos haber hecho en dos. Llegamos aterrados por la pésima fama de la ciudad, enclavada en plena meseta de la Anatolia y con el dudoso honor de ser la ciudad más fría de Turquía, a nosotros nos recibió con -15 ºc, que no estaba del todo mal para las temperaturas que se alcanzan. La calle principal estaba atestada de comercios y de tiendas, paseaban muchos jóvenes entre el hielo acumulado en las aceras. Aparcamos y nos pusimos a buscar un hotel, hasta que llegamos a uno con una potente calefacción, agua caliente y dos camas cómodas, no pedíamos más.

Ararat-IIAl volver hacia la furgoneta entramos en una tienda de componentes informáticos para preguntar por baterías de portátiles, llevaba unos días que nos duraba menos de la cuenta, al entrar, como no, se quedaron sorprendidos, nos dijeron que tardaban tres días en recibirla pero que en Irán era muy fácil encontrarlas. Nos quedamos un rato con ellos, solventando su curiosidad sobre España y tomando unos tés. Poco más hicimos esa noche, cenar algo, darnos una reconfortante ducha caliente y vernos una película en el ordenador.

La mañana siguiente nos sorprendieron unos más que saludables 0ºc, ni frio ni calor, y un sol radiante. Aprovechamos para visitar una mezquita, una madrasa y conocer a los niños de la ciudad, muy pícaros.

Ararat-IVDejamos Erzurum camino de Dogubeyazit, en la frontera Iraní. El camino era inhóspito y desangelado, nieve y más nieve por donde miraras, pero llegamos bien, poco antes de que anocheciera, la calefacción seguía sin funcionar, intentamos convencernos de que era por el frío, que algún conducto se habría congelado, la verdad es que estábamos preocupados, tocaba otra vez hotel. A unos 50 km antes de llegar unas nubes apenas mostraban lo que parecía una cima, paramos a hacer unas fotos, era el Ararat, aunque no se veía demasiado. Al volver hacia la furgoneta observé como primero una niña y luego dos niños por detrás venían corriendo hacia mí. La niña se llamaba Fatma, preciosa, nos saludo en inglés, al igual que los otros dos niños, les regalamos algún cochecito, caramelos y una pelota de goma, a cambio Fatma me mostró su mejor sonrisa para hacerle una foto, aunque me hubiera dejado de todos modos.

A medida que nos acercábamos la mole del solitario Ararat nos dejaba ver sólo su base, de varios kilómetros de anchura, era el primer cinco mil que veíamos, quizá al día siguiente lo veríamos en su esplendor.

Al llegar a Dogubeyazit nos encontramos con una ciudad muy sucia y dejada, aunque con mucho ajetreo, sin duda influenciada por su carácter fronterizo. Nos alojamos en un hotel de tres estrellas por un precio muy asequible, quizá el mejor en el que hemos estado durante todo el viaje, con desayuno incluido y todo.

Ararat-VLa mañana siguiente apareció radiante y en cuanto salimos dirección a la fortaleza de Ishak Pasha pudimos deleitarnos con el tremendo Ararat, dando sombra a la ciudad, de la que dista tan solo 10 km. Ni que decir tiene que la visión es sobrecogedora, ni las fotos ni las descripciones hacen justicia, para dar una idea aproximada hay que decir que Dogubeyazit está a 1800 metros sobre el nivel del mar y que el monte se eleva hasta los 5165 m, el desnivel es brutal, además la base es tremenda en longitud, ni sabría dar una cifra aproximada, ni me pude imaginar lo que supondría ver un 8000 en Pakistán o Nepal, para nosotros esto ya era un milagro de la naturaleza.

La fortaleza está a 7 km de la ciudad, sobre un risco, desde lejos ya se puede intuir, nosotros íbamos más pendientes del Ararat que de la carretera, que estaba congelada y llena de nieve, a los 3 km subiendo la furgoneta dijo basta, hicimos los 4 restantes a pie. Mientras paseábamos veíamos pueblos sobre las faldas de la montaña, qué vidas más diferentes a la nuestra, pensamos. La fortaleza es un complejo grande y en los alrededores también hay un antiguo castillo, pegado literalmente a la roca y colgando de la montaña, y un par de mezquitas. Al llegar a la puerta vimos que estaba cerrada a cal y canto, observamos por entre las rejas que cerraban los lunes, otra cosa que nos dejábamos, aún así el paseo mereció la pena e hicimos buenas fotos. Al volver aprovechamos para alejarnos un poco camino del Ararat, para hacerle más fotos y para preparar todo para Irán.

Llevábamos varios días un poco intranquilos con el recibimiento que tendríamos en Irán, las caricaturas, entre otras cosas, eran las culpables. Lo primero que hicimos es ocultar todas las carpetas que creíamos comprometidas en el ordenador, cualquiera que tuviera fotos de Silvia en bañador y de ese estilo. Después ocultamos todos los cds de cine y música, así como el reproductor mp3 y un libro de Marx, nunca se sabe donde puede estar el problema, tiramos el lomo con gran pesar, pero al ser de cerdo seguro que en la frontera nos lo requisarían. También tiramos los huevos, al fin y al cabo estábamos en Dogubeyazit, donde se habían dado los tres primeros casos mortales de gripe aviar en Turquía. Por último ocultamos con pegatinas las palabras que definen el modelo de nuestra furgoneta, California, por posibles equívocos acerca de nuestra nacionalidad. Todo estaba perfecto para el paso.

Hicimos nuevas fotografías al Ararat que se veía completamente y volvimos hacia Dogubeyazit, en busca de la prenda para Silvia, la que tenía que ponerse durante todo el día en Irán, incluso al conducir. Entramos por una gran zona de bazar cerrado, repleta de tiendas de contrabando de alcohol, tabaco, té, artículos electrónicos, objetos de decoración y alguna tienda de ropa, tras una larga búsqueda infructuosa o algún que otro intento de timo por algún comerciante que nos pedía una barbaridad por la prenda encontramos lo que buscamos, una especie de chilaba discreta, de color rojo muy oscuro y a muy buen precio, una etiqueta indicaba su procedencia, India.

Ararat-VIIComimos en un curioso restaurante decorado en madera, donde estuvimos charlando con unos hombres que eran de Sanliurfa y que iban de negocios a Irán, esa noche también cenaríamos en el mismo sitio. La prueba de Silvia fue un éxito, o al menos eso creíamos, no se le veía nada de pelo y el vestido le cubría hasta los tobillos. Apenas dormimos esa noche, estábamos muy nerviosos por la entrada a Irán.

Tan nerviosos estábamos que a la mañana siguiente, dejando ya atrás Dogubeyazit, la furgoneta patinó y se metió entera en la nieve, afortunadamente tenemos una buena pala y apenas perdimos media hora. Distábamos 30 km de la frontera, pero a los 20 km nos tuvimos que parar, una interminable cola de camiones nos cortaba el paso, por suerte un camionero nos dijo que pasáramos en dirección contraria, así lo hicimos.

Estábamos tan tensos que ignoramos por completo a todos los personajes que suelen deambular por los pasos fronterizos, intentando ayudar para luego sacar algún dinero, apenas a cien metros ya se veían las fotografías del Ayatollah Homeini y del actual Hamenei. Los trámites en la frontera turca fueron rápidos y correctos, nos pusimos en una cola de vehículos, esperando y saciando la curiosidad de los turcos, que nos preguntaban sobre la furgoneta o sobre el viaje. Al cuarto de hora, muy alterados, por cierto, le pregunté a un hombre que si la espera era muy larga, me dijo que bastante, lo que no me podía esperar es que volviera a los pocos minutos y me dijera que pasase el primero, un gran tipo sin duda, como todos los muchos grandes tipos de este país que nos habían acogido y cuidado durante nuestros más de 4 meses.

Sobre la entrada en Irán sólo me queda por decir que el inicial saludo de un policía, dándonos la bienvenida con una gran sonrisa, y el posterior trato exquisito que tuvimos por parte del personal fronterizo nos supo a gloria, sobre los exhaustivos reconocimientos que, según leímos, se hacían a los vehículos no podemos decir nada, por que apenas lo hubo, se limitaron a un superficial ojeo, a una pregunta sobre que libros llevábamos y si teníamos mascota, incluso bromeamos sobre algunos asuntos referentes a las prohibiciones en Irán, quitándole miga a todo. Tras unos trámites ordenados y correctos, entramos en Irán mucho más tranquilos, posteriormente esta tranquilidad se iría transformando en total gratitud a todos los gestos de hospitalidad recibidos, tal está siendo la entrega que a veces nos está resultando exagerada, pero eso ya lo iremos contando en las siguientes crónicas, Jodajafesh!!!

Monte Ararat

La cima del Volcán Ararat es la cota más alta de Turquía, con 5165 m. Se necesitan 3 días para alcanzar su cumbre y la única epoca en la que puede ser ascendido es en verano, aún así es una montaña peligrosa, con desprendimientos de hielo y roca y perros pastores sueltos por sus laderas. Hay que solicitar los permisos con 3 meses de antelación, aunque no se requiere si no se sobrepasan los 2500 M. Existen tambíen excursiones que llevan al supuesto lugar donde el Arca de Noé reposó durante el diluvio.