Troya y alrededores

24 de septiembre de 2005

Caballo-de-TroyaTras pasar el día de mi cumpleaños en Çanakkale decidimos acercarnos hasta los restos de la ciudad de Troya para así visitarlos al día siguiente.

La entrada se encuentra en la aldea de Tevfikye donde, desde que saliera a la luz la versión cinematográfica de la Guerra de Troya, han proliferado los restaurantes, pensiones y campings. La oferta no es tan grande, pero si exagerada para el tamaño del pueblo. Nos acercamos a la taquilla para ver los precios, 10 millones por persona y otro tanto por el vehículo. Mientras yo hablaba con el taquillero un hombre se acercó a Rafa para ofrecerle sus servicios, tenía una pensión con un aparcamiento para caravanas, y también un restaurante con tienda de recuerdos (Priamos Restaurant).

TroyaAllí mismo cenamos, un plato de berenjenas estofadas excelente, otro de calabacín rebozado un tanto soso y una brocheta de ternera con guarnición muy sabrosa, con el agua sumó 16 millones, unos 10 euros. Después de la cena buscamos un rincón donde dormir, se complicó un poco el asunto, pero al final nos acoplamos junto a unos puestos ambulantes de frutas cerca de la carretera comarcal, cuyo vendedor nos dio los buenos días amablemente la mañana siguiente. Esa noche vimos Troya, para entonarnos para la visita.

Desayunamos y nos dirigimos a las taquillas, el dueño del Priamos Restaurant nos había explicado que el inicio de la visita distaba apenas 500 m y que no merecía la pena entrar con vehículo. Aparcamos la furgo en el pueblo y entramos. Lo primero que vimos fue una maqueta del caballo de Troya fabricada en madera, la segunda que encontrábamos. No pude evitar subir y hacerme la típica foto allí asomada, como los demás turistas. Junto al caballo se encuentra la casa de las excavaciones, con explicaciones y fotos de los trabajos realizados desde que Heinrich Schliemann descubriera la ciudad. Dejamos su visita para el final y así evitar el calor del mediodía.

Rampa-de-entrada-a-TroyaRealizamos la visita recordando las imágenes de la noche anterior; aunque nada tienen que ver con lo que vimos, nos ayudó a imaginar como tuvo que ser el asedio de diez años por los aqueos contra Ilión (Troya) hasta que Odiseo ideó la estratagema del caballo (quizás tan sólo una leyenda).

Ese mismo día comencé a leer La Odisea (libro que relata los viajes de Odiseo (Ulises) en su vuelta a Itaca tras luchar en Troya), La Iliada (que relata la Guerra de Troya) se la había agenciado Rafa antes, tendré que esperar.

A unos 40 kilómetros al sur se encuentra el pequeño puerto de Yükyeri Iskelesi, desde donde parte un ferry a la diminuta isla de Bozcaada. Ese mismo día me di mi primer baño en Turquía, en el mar Egeo, en una larga playa de arena dorada.

Torre-infernal-de-TroyaPasamos la noche allí mismo, a pesar del altercado que observamos esa tarde, en el que un joven encolerizado se presentó con una escopeta en los baños del parking del puerto y protagonizó una escena con una mujer mayor (quizás su madre) y uno de los hombres que allí se encontraban, no llegó la sangre al río pero la Jandarma tardó en llegar un buen rato, se lo llevaron en un furgón.

A las diez de la mañana nos embarcamos en el primer ferry, 3 millones ida y vuelta para un trayecto de unos veinte minutos. El ferry deja en un puerto idílico con una fortaleza en perfecto estado. Dado que en la isla la mayor distancia es de ocho kilómetros nos acercamos a ver el precio del alquiler de bicicletas. Cual fue nuestra sorpresa, casi indignación, al ver que una hora costaba el equivalente a 12 euros, es decir, que cinco horas nos habrían salido por ¡¡¡60 euros!!!, con eso seguro que nos compramos una bici en Estambul.

Odeon-de-TroyaAunque quizás hubiésemos podido negociar seguimos el plan B, ir andando hasta la playa de Ayazma, a unos cuatro o cinco kilómetros de Bozcaada pueblo, no sin antes degustar un çay en un auténtico café lleno de turcos. No llevaríamos ni cinco minutos andando cuando un agricultor en un minitractor o carreta nos paró y se ofreció a llevarnos, fue genial, nos ahorró casi la mitad del camino. No circularíamos a más de 10 km/h pero era agradable. Tras otros treinta o cuarenta minutos caminando entre olivos y un pinar llegamos a la playa, ¡¡habíamos atravesado la isla de este a oeste!! Pocos metros antes de llegar un coche tocó el claxón, se trataba de una familia turca a la que Rafa había cedido el asiento en el barco, nos saludaron efusivamente y nos invitaron a refrescarnos en una fuente cercana a unas casas de piedra donde acababan de aparcar. Pensamos que quizás más tarde sería una buena idea, para quitarnos el salitre.

La playa era una larga franja de arena dorada con dos o tres chiringuitos al otro lado de la carretera. Quizás en verano esté plagada de gente pero en ese momento estábamos solos Rafa y yo.

Isla-de-Bozcaada

Isla de Bozcaada

Sin esperar ni un segundo nos pusimos los bañadores y nos metimos en el mar, Rafa no duró nada, yo disfruté largo rato nadando. Comimos algo y descansamos en unas tumbonas. Desde donde nos hallábamos se veía un enorme barco varado.

Puerto-de-BozcaadaAl rato pasó por allí un dolmus (minibús o furgoneta que funciona como un autobús pero para trayectos cortos) y un autobús, y la playa dejó de estar solitaria. Unas veinte o treinta personas desembarcaron para disfrutar del mar, entre ellas tres o cuatro mujeres españolas, lo sabemos porque al acercarnos más tarde a las duchas nos sorprendió oír nuestra lengua en ese paraje. Mientras descansábamos sobre las tumbonas tuvimos una grata visita, la familia turca de nuevo, el abuelo con la hija y el nieto, se acercaron a saludar.

Ciudadela-de-BozcaadaNo faltó el çay en el chiringuito que tenía las duchas, donde, al preguntar por el horario de dolmus, nos contestó el propio conductor, partía a las cuatro. Se sentó con nosotros a charlar, vivía entre Çanakkale y la isla, se le sentía feliz. Intercambiamos vocabulario en turco y español y nos acercó luego a Bozcaada por 1,5 millones a cada uno. Según Rafa estaba intentando ligar conmigo…jajaja…y con Rafa delante, ¡¡estos turcos!! No tardamos ni diez minutos en llegar y dado que había un ferry a las cinco y media, dimos un paseo por el puerto y volvimos al continente una hora después.

Rincón-de-BozcaadaCondujimos hacia Babakale, haciendo escala en las ruinas de Alexandria Troas, donde nadie controla la entrada. En Babakale pasamos la noche. Sobre esta población los dos pensamos que de estar bien cuidado sería un lugar encantador donde perderse unos días. Esa noche pudimos escuchar una acalorada discusión entre pescadores, parecía un patrón echándole la bronca a algún trabajador; los turcos son majos pero cuando se enfadan…

Descendiendo hacia el puerto de Behramkale (antigua Assos), se deja a la izquierda un teatro al que se puede acceder desde la carretera, no hay ninguna taquilla ni control. La calzada está en mal estado, sin embargo merece la pena llegar hasta abajo. El puerto está formado por casas de piedra que albergan hoteles o restaurantes de pescado, algunos de verdadero lujo. Aquí nos encontramos con unos alemanes afincados en Torrevieja, Alicante; conversamos un rato en spanglish y subimos al pueblo.

BabakaleAscendiendo por las empinadas calles de la ciudad un hombre nos vendió té de limón y nos regaló un palo untado en caramelos líquidos de varios sabores. Otras personas intentaron vendernos algo, algunas demasiado insistentemente. Por cierto, el té de limón estaba malísimo, lo tiramos a los pocos días. En las ruinas costaba entrar 5 millones, esta vez decidimos no entrar, hacía mucho calor.

Llegamos a Ayvalik ya de noche, sobre las ocho. Aparcamos y nos dimos un largo paseo hasta el centro, a unos dos o tres kilómetros. Nos sorprendió el ambiente que había y decidimos dedicarle el día siguiente. De vuelta a la furgo nos comimos unos mejillones rellenos de arroz en un puesto callejero, resultaron deliciosos, y luego comimos un kebap de cordero, que no resultó muy bueno.

Puente-Otomano-en-Behramkale-(Assos)A la mañana siguiente, cuando Rafa salió a fumarse el primer cigarrillo del día, se encontró con un barrendero que se puso a hablar con él, estuvieron un rato «charlando» y se hicieron fotos mutuamente con nuestra cámara de fotos. Ya desayunados, exploramos el puerto y las callejuelas, era día de mercado y todo el mundo iba y venía con bolsas en las manos. Compramos fruta, ajos, carne picada y un poco de pollo para los siguientes días. También aprovechamos y nos pusimos al día con los emails en un cybercafé muy concurrido. Nos gustó muchísimo la ciudad, tenía mucha vida pero sin los agobios de las grandes ciudades; cierto es que es un punto de comunicación con la isla griega de Lesbos y quizás en pleno verano sea un hervidero de gente. 

Troya

Los restos arqueológicos de la antigua ciudad de Troya se encuentran en la costa norte del Egeo, a pocos kilómetros al sur de Çanakkale.

Salieron a la luz gracias al empeño del arqueólogo y buscador de tesoros Heinrich Schliemann (el mismo que desenterró Micenas), que iba en busca del oro de Troya. En realidad se trata de varias ciudades en una, o mejor dicho, de restos de unas nueve ciudades asentadas en este lugar. No se sabe con certeza si la ciudad descrita por Homero como ciudad de Priamo es la sexta o la séptima.

Sólo unos pocos muros, esta rampa de entrada a la ciudadela y el odeón presentan un aspecto atractivo, ninguno de ellos asociado a la antigua ‘Ilión’ homérica. El resto está en un estado bastante ruinoso; pero el interés que despierta lo que aquí aconteció es suficiente para llenar este lugar de visitantes.