Ho-Chi-Minh, la antigua Saigón

18 de octubre de 2007

Saigon-Ho-Chi-MinhSaigón, en la actualidad Ciudad de Ho Chi Minh, es el motor de Vietnam, la ciudad más desarrollada, más poblada y con más oportunidades. A nosotros nos gustó menos que Hanoi, tal vez más por la falta de virtudes que por sus defectos, muy parecidos a los de su vecina del norte, entre ellos el ruido, la polución y la principal causa de ambos, el horrible tráfico, sobre todo de motocicletas. En esta ciudad no hay una zona antigua donde pasear entre callejuelas, en cambio hay grandes avenidas con centros comerciales y tiendas variadas, los edificios de interés se encuentran un poco desperdigados y no forman un conjunto homogéneo, siendo necesario el taxi para acercarse a algunos de ellos.

Saigon-Ho-Chi-Minh-IIEl vuelo fue muy rápido, llegamos al hotel pasadas las once de la noche, hora a la cual seguía habiendo mucha animación en las calles en esa zona de la ciudad, muy cerca de la calle Pham Ngu Lao, estábamos en el barrio de los mochileros, como siempre uno de los más céntricos. La primera mañana desayunamos en la magnífica terraza del hotel y nos dirigimos hacia el este en busca de mercados, museos y edificios insignes, pero antes paramos en unas agencias para preguntar por el tour en el Delta del Mekong, sólo tendríamos una jornada para desplazarnos allí y queríamos sacarle el mayor jugo posible, no nos decidimos por ninguna oferta en ese momento, ya lo contrataríamos por la tarde en la agencia más cercana al hotel.

Caminamos por un parque hasta una transitada plaza con una estatua ecuestre, en su extremo norte se encuentra el mercado de Ben Thanh, el más famoso entre los turistas, tanto es así que hay guardias de tráfico que velan por la seguridad de los extranjeros al cruzar las calles que llevan al mismo, parando el tráfico si es necesario para que te dejen pasar. En ese momento echamos un vistazo rápido al mercado y dejamos su inspección para otro momento más apropiado; continuamos caminando hacia la calle Tan That Dam, en busca de un mercadillo callejero que nos defraudó un poco, ¡hemos visto tantos mercados! Desde allí desembocamos en la calle Nguyen Hue, un boulevar flanqueado por algunos de los mejores hoteles de la ciudad y las correspondientes boutiques de marca. Alejándonos del río, sin ningún atractivo especial, anduvimos por las anchas aceras hacia el edificio del Ayuntamiento, uno de los rincones más simpáticos y más franceses de la ciudad, con una plaza ajardinada en cuyo lado derecho se encuentran las oficinas oficiales de Vietnam Airlines donde Rafa y yo adquirimos unos caros billetes para Siem Reap, en Camboya…

Saigon-Ho-Chi-Minh-IIIDesviándonos hacia el oeste nos topamos con el Museo de la Ciudad de Ho Chi Minh, un edificio neoclásico de color verde en cuyas salas se exponen objetos y artefactos de la lucha comunista por el poder, entre ellos carteles de propaganda y fotografías de época. La calle Nam Ky Khoi Nghia nos llevó hacia el Palacio de la Reunificación, un enorme edificio moderno en el que no entramos, en cambio sí lo hicimos en un restaurante, el Ngon Restaurant, donde comimos una de las mejores comidas del viaje, a base de cangrejo a la brasa, ensaladas y almejas, todo cocinado con esmero y con una presentación perfecta, y por el mismo precio que en un restaurante para guiris. Lo que sí visitamos en esa zona fue el Museo de los Recuerdos de la Guerra, el más visitado de Vietnam, en él varias salas muestran a través de fotografías, testimonios, vídeos y armamento los horrores de una guerra que sacudió al mundo en la segunda mitad del siglo XX, donde por primera vez se usaron armas químicas cuyas secuelas aún se pueden ver en los descendientes de familias vietnamitas y soldados de ambos bandos, incluidos los norteamericanos, el famoso gas naranja cuya destrucción nunca podrá ser calculada; merece la pena visitarlo, casi todas las fotografías son de fotógrafos europeos y americanos que murieron durante el conflicto bélico.

Saigon-Ho-Chi-Minh-IVPara relajarnos después de tan dramática visita nos dirigimos a la Catedral de Notre Dame, construida a finales del siglo XIX en estilo neorrománico y en cuyos alrededores se encuentran algunas de las mejores cafeterías-reposterías del país, para dar testimonio de ello nos sentamos en la terraza de una de ellas y disfrutamos de capuchinos y distintas tartas de chocolate.

Tras la visita al Delta del Mekong nos quedaban unas ocho horas de estancia en el país, tomamos un buen desayuno y nos lanzamos a la calle, queríamos visitar una pagoda y realizar las últimas compras. Habíamos leído que la Pagoda del Emperador de Jade es el mejor ejemplo de templo chino de la ciudad y allí nos dirigimos en un taxi, para nosotros fue un templo chino más, con sus inciensos, sus extravagantes estatuas, mucho color rojo y ofrendas de todo tipo ¡luego dicen de los hindús!, pero a mamá le sirvió para hacerse una idea de cómo son los templos en el gran gigante. Las compras fueron más tranquilas de lo esperado, no quedaban muchas personas a las que comprarle un detalle y nos pasamos un buen rato negociando por unos pañuelos, negociando, siempre negociando, así es el Sudeste Asiático…

Ciudad de Ho-Chi-Minh

La que fuera en su día capital del Vietnam del Sur, Saigón, es hoy la ciudad más poblada del país, con más de seis millones de habitantes. Es una urbe moderna con grandes avenidas y parques, y con un tráfico de mil demonios, donde las motocicletas se mantienen milagrosamente en pie entre taxis y autobuses.

Museo de Recuerdos de Guerra

Este museo es el más visitado del país, en él se exhiben armas y vehículos de guerra en los jardines, y en las salas fotografías que muestran las atrocidades cometidas durante el conflicto, la mayor parte de estas instantáneas pertenecen a fotógrafos europeos y americanos que documentaron lo que aquí ocurrió.

El Agente Naranja fue un arma utilizada por el ejército estadounidense en la Guerra de Vietnam, se trata de una mezcla de dos herbicidas: el 2,4-D y el 2,4,5-T. La síntesis del producto para dicha guerra se realizó de manera inadecuada, presentando contenidos elevados de un subproducto cancerígeno conocido como la dioxina tetraclorodibenzodioxina. En los herbicidas comerciales no se presenta este residuo que hizo que este agente pasara a la triste historia de la humanidad, su uso dejó terribles secuelas en la población de este país y en los propios soldados estadounidenses. Las secuelas se notan principalmente en los descendientes de los sujetos expuestos, que tienen grandes probabilidades de sufrir malformaciones, esto es exactamente lo que hoy denuncian numerosas asociaciones en Vietnam, donde hay familias cuya progenie al completo se ha visto afectada tal y como pudimos comprobar en algunos documentales escritos que ojeamos en las librerías.