Hoian

15 de octubre de 2007

Hoian-VChaparrón tras chaparrón llegamos a la bella Hoian, el alma artística del país, una ciudad que ha sabido cuidar y mantener su ambiente con el pasar de los años y ofrece al visitante una tranquilidad difícil de encontrar en otros lugares de Vietnam. Quizás es por esta razón que muchos viajeros que sólo vienen a pasar un día o dos acaban quedándose aquí semanas y repiten año tras año, de esta forma alojamientos de todo tipo, restaurantes y tiendas han ido apareciendo como champiñones creando una oferta heterogénea que satisface todos los bolsillos y todos los gustos.

Entre toda esta gente que va y viene a Hoian muchos son los que lo hacen por una razón muy concreta, la de adquirir ropa a medida a bajo coste, todo tipo de tejidos, colores y estampados se exponen en las decenas, centenares de boutiques que inundan el centro de la ciudad, los maniquís muestran modelos clásicos, modernos, juveniles, todas las marcas son imitadas sin pudor por unos hábiles sastres que trabajan a destajo para acabar las prendas en tiempo record. Pero hay que andarse con mucho ojo y escoger bien, aunque posiblemente eso sea difícil al menos que se lleve alguna referencia, todas las boutiques parecen ofrecer trabajos de calidad. Nosotros, como era de esperar, caímos en la tentación, Rafa quería hacerse un traje para la boda de mi hermano y escogió la sastrería recomendada por el hotel, varios clientes recogían y se probaban sus trajes muy satisfechos y nos pareció una buena elección.

Hoian-IISin embargo a nosotros no nos fue tan bien como hubiésemos querido, tras escoger el tejido y tomarle las medidas Rafa insistió en que quería movilidad; la primera prueba fue un desastre, fallaba por todas partes, el tiro, el largo del pantalón, la espalda, insistieron en que quedaría perfecto pero al final no fue así, tras otras tantas pruebas y modificaciones el resultado fue simplemente «ponible», un error inicial en las medidas y en el estudio de la fisonomía de Rafa impidieron que hubiese suficiente tela para adecuar el traje. A pesar de que la culpa fue de ellos comentamos entre nosotros la diferencia entre los cánones masculinos y la estructura corporal de Rafa, alto y delgado, quisieron ajustarse tanto a las medidas que fallaron por todos los flancos.

Hoian-VIEn cambio las dos chaquetas que se hizo mi madre, cada una por 23 euros, no necesitaron más que un retoque, esta vez las chicas de otra boutique acertaron casi a la primera, aún así cuando se las ha probado en casa ha notado que la espalda le hace un poco de bolsa y está pensando en llevarla a ajustar. En resumen, la ropa puede salirte muy barata, es cierto, pero el mercado ha crecido tanto que los sastres ya no son sastres, trabajan muy rápido sin conocer directamente a la persona a la que van a vestir y eso se nota en el resultado final.
Pero no sólo se viene a Hoian por la ropa, la tranquilidad del lugar permite hacer las típicas compras de regalos y souvenirs ya que toda la artesanía del país se ve representada en las tiendas que pueblan las callejuelas más cercanas al canal, telas y plata de Sapa, máscaras del festival del Tet de Hanoi (en el que se anuncia el Año Nuevo Lunar, la fecha más importante del calendario festivo vietnamita), artesanía de coco, pendientes y collares a encargo, cuadros al óleo, al carboncillo y con mosaicos de conchas, y un largo etcétera que mantiene entretenido a cualquiera. Entre tienda y tienda los cafés ubicados con mucha inteligencia invitan a pararse y tomar algo, un café vietnamita, un sabroso zumo de frutas tropicales o una espumosa cerveza local o de importación.

Hoian-IIIY todo esto bajo el marco de una arquitectura centenaria que recuerda que Hoian estuvo a la altura de puertos internacionales como Macao (en la actual China) o Melaca (en la actual Malasia), donde mercantes chinos, portugueses, japoneses, holandeses, etc., paraban a intercambiar mercancías mientras dejaban su propia huella en el lugar. De entre todos fueron los chinos los que más influencia tuvieron, asentándose como colonos e integrándose en la vida de la ciudad, hoy en día todavía existe una comunidad de más de un millar cuyo idioma es el vietnamita.
El legado histórico ha otorgado a Hoian el título de Patrimonio Mundial por la Unesco y está protegido por ley y mantenido con subvenciones internacionales y con las ganancias de las entradas a los distintos puntos de interés. Para desventaja del visitante se ha de adquirir una entrada por valor de unos seis euros, con ella se tiene derecho a visitar una de las cuatro «Casas Antiguas», una de las cuatro «Salas de Reuniones de los Clanes», un museo o taller, un templo y otros tres lugares entre los que se incluye el Puente Cubierto Japonés, aquel que desee visitar todos los lugares de interés habrá de adquirir varios tickets o pagar las entradas individuales a los mismos. Nosotros visitamos la Casa de Tan Ky, junto al puente, construida hace dos siglos para alojar a un mercader de etnia vietnamita, hoy sigue perteneciendo a sus descendientes que la han conservado con todo cuidado y la explotan turísticamente ya que, además de pertenecer al recorrido escogido por la Unesco, también realiza artesanía que pone a la venta durante la visita, como mantelería bordada y otras prendas textiles.

De entre los otros monumentos visitamos la Sala de Reuniones de la Congregación China de Fu Kien, hoy convertida en un templo en honor a Thien Hau, la deidad que cuida de los marineros; un taller, un templo y cruzamos por el interior del Puente Cubierto Japonés de más de tres siglos de antigüedad restaurado en 1986.

Hoian-IVEntre visita y visita fuimos haciendo las compras, una joyería hizo el agosto con nosotros ya que mamá encargó colgantes de plata con jade o caracolas para varias amigas y miembros de nuestra familia, incluida ella que se llevó varias cosas. Otros regalos fueron menos elaborados pero igual de bonitos como unos pañuelos medio transparentes muy elegantes, o camisetas de recuerdo para los más pequeños. Rafa además del traje se hizo unas zapatillas a medida, en el mismo lugar que yo encargué unas sandalias de cuero para el verano, todo hecho a mano.
Todas estas actividades no impidieron que conociéramos los rincones más auténticos, como las orillas del canal, que paseamos el primer día y que los demás días quedaron anegadas con las lluvias torrenciales. Uno de los lugares más interesantes fue el mercado local, siempre apasionante para mí, donde las vendedoras con sombreros cónicos ofrecen sus productos a los transeúntes, un bonito espectáculo que merece ser observado desde alguno de los puestos de comida callejera situados en torno al mercado.

Tampoco hay que olvidarse de la gastronomía local, a base de pescado y marisco, simplemente deliciosa, con el pescado cocinado en hojas de banano como plato estrella, muchos restaurantes ofrecen menús degustación por 4 ó 5 euros, difíciles de acabar pero exquisitos, uno de los restaurantes estrella es Miss Ly en la calle que sube del mercado a la izquierda. Las pastelerías también están presentes, en ellas se podrán saborear recetas francesas.

Como le ocurre a muchos nos costó irnos de allí, tras pasar tres días y dos noches un avión de Pacific Airlines nos conduciría desde Danang, a apenas 30 kilómetros de Hoian, a Ciudad de Ho Chi Minh, más conocida como Saigón, última etapa del viaje.

Hoian

Hoian es una pequeña joya situada en el centro del país a escasos metros del mar, sus casas de colores pálidos, sus canales y sus callejuelas peatonales la han convertido en el lugar de descanso donde los turistas hacen un parón entre las dos capitales.

Las inundaciones son un evento que se da cita anualmente en las calles de esta pequeña ciudad, durante los días de crecidas muchas de las calles se convierten en canales y las familias utilizan las canoas para ir a tiendas y mercados.