por aunmaslejos | Sep 26, 2014 | Comienza el viaje |
Eslovenia, la primera república 24 de julio de 2005 Entramos en Eslovenia un domingo a media tarde después de subir uno de los puertos, si no el que más, con mayor pendiente en nuestras vidas (~22%). La furgoneta mostró su cara más sufridora, pero pasó la prueba satisfactoriamente. Al final del puerto nos esperaba un túnel y la frontera entre Austria y Eslovenia. El policía que revisó nuestros pasaportes, muy serio en todo momento, nos miró como si fuéramos los primeros españoles en pasar por allí, y nos insistió en la necesidad de llevar 24h al día las luces encendidas (nos tuvimos que poner un post-it para no olvidarnos ni de encenderlas, ni de apagarlas). Llegamos a la capital del país por una carretera que serpenteaba entre montañas; seguíamos estando en plenos Alpes, de hecho se denominan Alpes Julianos. Aparcamos muy cerca del centro y nos fuimos a dar un paseo. La temperatura era muy agradable y después de callejear un poco y ver los canales, nos fuimos a ver el correo electrónico y a tomar un ice-coffe, muy típico en la zona. Decidimos buscar un sitio apartado para dormir y volver al día siguiente a la ciudad. Cerca de una carretera tranquila aparcamos el coche y tras cenar un poco nos dispusimos a pasar la noche. A los pocos minutos empezamos a oír unos ruidos que provenían del bosque, no les dimos importancia; pero fueron en aumento y caían «cosas» encima de la furgoneta. Como habíamos leído que los bosques de Eslovenia son de los más salvajes de Europa, y que son muy ricos en fauna (ciervos, jabalís,...