Jonia

Jonia

Jonia 10 de agosto de 2005 Aunque se nos estaba haciendo un poco tarde en la carretera, a causa de lo increíblemente abrupto que es este país, decidimos llegar al mar (había mono de playa). Llegamos a Igoumenitsa ya de noche y comenzamos a descender por la costa Jónica en busca de un sitio donde dormir. Igoumenitsa tenía mucho «ambiente», coches y barcos estaban dispuestos a zarpar rumbo a Italia o a alguna isla Jónica (éste es el principal puerto de comunicación con Italia, Corfú y Paxos). Nos dirigimos a una población que se llama Syvota y que sabíamos tenía algunas playas. Pasado el pueblo, y ya en crisis por no haber cenado a las 11 de la noche, paramos en una desviación que indicaba «cantina». Resultó ser un restaurante al aire libre con comida casera deliciosa, nos volvimos a deleitar con la mousaka, una ensalada griega, unos calamares y unas sardinas, y de postre una tarta de queso y hojaldre buenísima. Descendiendo por la carretera se llegaba a una cala con muy buena pinta, pero fuimos un poco osados y continuamos por el camino, al final del mismo nos esperaba una cala de arena con un islote en frente, y un aparcamiento donde había algunas caravanas estacionadas. El sitio era perfecto y prometía bastante para bucear. Al día siguiente pasamos el día en la cala, se podía ir nadando al islote y el fondo marino era perfecto; disfrutamos mucho. A primera hora un desalmado salió del agua con una raya y la mató, estoy convencida de que si no la hubieran pescado la habría visto en el fondo...