Caligrafia otomana

Caligrafía otomana Dios nos ha provisto de todo lo que necesitamos El Corán, el primer libro escrito en Árabe, impulsó de forma decisiva el desarrollo de la escritura y contribuyó también a la posterior evolución de la caligrafía como arte. El instrumento para escribir era el Cálamo, una caña tallada que, según el tipo de talla que tuviese, así era usado para uno u otro tipo de escritura. Comienzo con el nombre de Alá Desde finales del siglo VII la lengua y la escritura árabes se usaron de un modo oficial, imponiéndose en la administración de todos los países musulmanes. La escritura evolucionó hacia dos formas esenciales: la Nasjí, redonda, y la Cúfica, angulosa. Cada región del imperio islámico poseía un estilo propio, que reflejaba su identidad cultural y artística. La escritura cúfica, utilizada para escribir el Corán, era diferente en la India, Egipto, Irak o Andalucía. La escritura monumental, pintada sobre esmalte, esculpida en madera o en piedra, se diversificó aun más que la cúfica. Una de las inscripciones más antiguas (siglo VII), de carácter cúfico, con letras doradas sobre fondo azul, decora el interior de la Cúpula de la Roca de Jerusalén. La decoración caligráfica está presente en todos los monumentos religiosos y civiles. Como elemento usado en arquitectura, el estilo cúfico, denso en un principio, se estiliza. Los trazos se alargan, evocan siluetas de ciudades, motivos enlazados, florales o geométricos. Dios siempre está preparado La caligrafía es el principal instrumento artístico del arte musulmán y es usada en todas partes, escuelas, palacios y sobre todo en mezquitas, donde adquiere su mayor relevancia, alcanzando una significación casi...
Sanliurfa de Abraham

Sanliurfa de Abraham

Sanliurfa: La patria de Abraham 4 de diciembre de 2005 De nuevo en la frontera, esta vez para entrar a Turquía desde Siria. Habíamos escogido este punto para cruzar porque dejaba a escasos veinte kilómetros de Harrán, lugar en el que, según cuenta la leyenda, vivió Abraham con su familia. Tras llenar el depósito de gasoil y otro depósito de 25 litros nos acercamos al puesto fronterizo. Estaba muy tranquilo, de hecho no había nadie cruzando. Nos hicieron bajar del coche y nos llevaron a unas oficinas donde enseguida nos invitaron a té. No entendíamos mucho lo que pasaba, nadie movía un dedo, miraban nuestros pasaportes y los dejaban encima de la mesa. Y así pasaban los minutos y nada, comenzamos a conversar con los distintos oficiales que aparecían por el lugar, pero nadie parecía ser responsable de sellarnos el visado. Muertos de hambre nos preguntábamos cuando nos dejarían pasar, pero éramos una atracción y no parecían tener la intención de soltarnos tan rápidamente. Por fin, casi dos horas después con sus consiguientes tés, uno de los presentes (que llevaba allí desde el principio) cogió los pasaportes y los selló, tras preguntarnos antes si no teníamos problema con el visado de Turquía (no era así, nos quedaban aún cinco o seis días, y en breves momentos pensábamos comprar una nuevo). Ala, ya podéis pasar. Ni registraron el coche ni nos cobraron nada, estábamos estupefactos. Ahora le tocaba el turno a los turcos de Akçakale, tenían que abrir una barrera y dejarnos pasar; y así pasó otra media hora más. Por fin abrieron la barrera y penetramos en territorio turco....