Santa Sofía

Santa Sofía

Santa Sofía de Constantinopla La Basílica de la Santa Sabiduría o Aya Sofia es la obra arquitectónica más importante del arte bizantino y uno de los edificios más relevantes del planeta. Fue utilizada como iglesia durante 916 años, desde su construcción en el año 537 hasta el día de la caída de Constantinopla, en el 1453. Desde esa fecha fue usada como mezquita hasta que en el 1935, tras una afanosa restauración, Mustafa Kemal Atatürk, presidente de la primera república turca, la convirtió en museo. En el año 360 d.C., el emperador Constantino construyó en la actual ubicación del edificio una iglesia de madera a la que llamó Megale Ekklesia, que se quemaría por completo durante un incendio en el año 404. Sobre las ruinas se construyó una iglesia todavía más grande, ideada por el arquitecto Rufinos, que fue inaugurada para el culto el 10 de octubre del 416. Teodosio fue el mecenas de esta segunda construcción, que fue totalmente arrasada durante la insurrección de Nika (victoria), contra el emperador, en enero del 532. Aún quedan restos de esta construcción. El emperador Justiniano, que recuperó el trono tras la insurrección, comenzó la construcción de una nueva basílica entre los años 532-537, bajo la supervisión de los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto. Este edificio es el que ha llegado hasta nuestros días. Santa Sofía fue un gran reto para la arquitectura bizantina, de hecho, sus dos artífices eran científicos con amplios conocimientos de física. La cúpula central tiene 32 metros de diámetro y 56 metros de altura sobre el suelo, que provoca unos empujes horizontales difíciles de...
La de los mil nombres

La de los mil nombres

La de los mil nombres Septiembre de 2005 El sol se pone en la ciudad. Estoy volviendo a través del Puente de Galata, después de dar un paseo por el animado mercado de pescado, donde se pueden comprar las piezas vivas. Si levanto la cabeza, hacia la derecha, se yerguen decenas de minaretes hasta donde la vista alcanza. Si miro de frente, defino la silueta de la que dicen es la más espléndida mezquita de Estambul, Süleymaniye Camii, situada sobre una colina, obra del maestro de arquitectos. Desde luego es la más grande. En todo el complejo, además de la mezquita, hay un albergue, un hospital, un seminario teológico y otras dependencias, así como la tumba de Solimán el Magnífico, su esposa y la del propio Sinan. En el 324, el emperador romano Constanino I el Grande eligió Bizancio como la nueva capital del imperio, la llamó Constantinopla y, al igual que Roma, la construyó sobre siete colinas. Continúo paseando por el puente y, justo debajo, frente a mí, cientos de personas corren a coger los ferrys hacia Üskudar, la parte asiática. Si giro un poco la cabeza, veo a comerciantes recogiendo los puestos del bazar egipcio, junto a la gran Yeni Camii, en Eminönü. Al otro lado del puente se ve a lo lejos parte del Palacio de Topkapi, Santa Sofía y los seis minaretes de Sultanahmet Camii o Mezquita Azul. Si me doy la vuelta veo la torre Veneciana de Galata, donde se divisa la ciudad desde una altura privilegiada. Continuo andando, observando a los pescadores que se arremolinan para pescar en el puente. Hay un niño...
Tres mujeres en Estambul

Tres mujeres en Estambul

Tres mujeres en Estambul 12 de septiembre de 2005 Queríamos llegar a Estambul unos días antes de que llegaran María José y Sara; el jueves 8 por la tarde llegábamos a la gran ciudad. Hacía más de cuatro años que la habíamos conocido, y sentíamos hacia ella una admiración especial. La entrada fue triunfal, nos metimos de lleno en el tráfico más denso que habíamos visto nunca. Había vehículos por todas partes, de todos los tipos, yo me agobié enseguida, menos mal que era Rafa el que conducía. Aparcamos en una gran avenida cerca de la universidad, un sitio que seguro estaba prohibido, pero estaba lleno de coches, así que nos arriesgamos. Emprendimos el camino hacia Sultanahmet, el barrio donde se hallan Aya Sofía y Sultanahmet Camii (la Mezquita Azul), reconocíamos cada rincón. Esos días los pasamos paseando por la ciudad y pensando en el plan a seguir cuando llegaran las chicas. Dormir en una ciudad como ésta en una furgoneta no es tarea fácil, en todos los sitios medianamente céntricos donde está permitido aparcar hay que pagar por ello, y al tratarse de este tipo de vehículos se aprovechan pidiendo precios excesivos. Hay dos campings a las afueras, cerca del aeropuerto, pero no los encontramos y además el plan no nos apetecía mucho. Al final encontramos un lugar tranquilo detrás del barrio de Sultanahmet donde sí podíamos aparcar y allí dormimos Rafa y yo tres noches. Decidimos que al volver del aeropuerto aparcaríamos allí por si dormíamos las tres en la furgoneta alguna noche. El domingo por la mañana nos fuimos de la ciudad, dirección al aeropuerto. Pasamos...