El valle de las flores

El valle de las flores

El valle de las flores 12 de agosto de 2006 Llegar hasta Govind Ghad nos costó más de lo que nos hubiera gustado, en pleno monzón los derrumbamientos tenían lugar día sí y día también, y en algunos tramos la carretera estaba en mal estado, pero nada comparado con el Baralacha La. Aparcamos el coche una tarde en un aparcamiento de pago, dormiríamos allí mismo esa noche y tempranito nos pondríamos en marcha. Pero antes teníamos que comprar algunas cosas e informarnos sobre el camino, nuestra sorpresa iba aumentando según íbamos viendo a los indios de un lado para otro, aquello no tenía muy buena pinta, empezábamos a darnos cuenta de que no estaríamos solos como tanto deseábamos. Por la mañana desayunamos pancake con mermelada, nos calzamos las botas y nos colgamos las mochilas de la espalda, no vayáis a pensar que íbamos cargados, sabíamos a ciencia cierta que había miles de hostales en Gangaria, primera etapa del trekking e inicio del ascenso al Valle de las Flores. Llevábamos algo de comida, la cocina de alcohol, los chalecos de plumas por si hacía frío en las alturas, los chubasqueros (importantísimo), algo más de ropa por si decidíamos quedarnos tres noches y poco más. Atravesamos los puestos y tiendas de recuerdos con estampitas de gurús Sijs y empezamos a comprender que aquello era otra ruta de peregrinación más, no hindú pero si sij, aquello estaría lleno de punjabís. Ya antes de cruzar el puente sobre el río Alaknanda algún chaval se ofreció como porteador, rechazamos su oferta respetuosamente, aunque nos acordaríamos de ella en más de un momento en la subida. Ya al otro lado comenzaron...
Un duro regreso de carreteras de infarto

Un duro regreso de carreteras de infarto

Un duro regreso, carreteras de infarto 21 julio de 2006 Tras unos tranquilos días en la turística Leh emprendimos el camino de vuelta hacia la provincia de Himachal Pradesh, nos despedimos de Nico y Roger por una temporada, les volveríamos a ver en Nepal. Esa noche dormimos frente a la Gompa de Shey, apenas a 15 Km de Leh, recibimos las visitas nocturnas de unos chavales que entraban a curiosear en la furgo, más tarde, mientras veíamos una película, algún espabilado nos robo la olla y otros enseres de cocina, que habíamos dejado al pie de la furgo, una gracia. Los cuatro días siguientes serían muy duros, los más duros del viaje, la mañana siguiente visitaríamos los monasterios de Thikse y Hemis para, después de comer, acometer el puerto de Tachang La, de 5300 m, el segundo más alto del mundo. Silvia y yo ya lo conocíamos, muchos otros viajeros nos habían hablado de éste y de los dos puertos siguientes y les teníamos mucho, mucho respeto. Pero la fortuna nos sonrió y el puerto resultó muy gradual, además, el estado de la carretera, quitando algunos tramos, era bastante aceptable. Fue un puerto larguísimo y ascendíamos metros poco a poco, eso también era positivo para afrontar los posibles problemas de altura. A medida que subíamos las vistas se iban haciendo más espectaculares, estábamos rodeados de montañas y el valle que se iba haciendo vertiginoso, pero no hubo mucho efectos por la altura, quizá algo de presión en la cabeza y cierta falta de aire, pero estábamos optimistas, habíamos pasado el puerto sin complicaciones y la furgoneta no renqueaba en...
Cachemira

Cachemira

Cachemira, bella y tensa región 10 de julio de 2006 En un plano turístico habíamos leído que a ochenta kilómetros de Srinagar, junto a una población llamada Sonamarg, hay un camping, no sabíamos exactamente a qué se referiría con camping pero podía ser una buena idea para esa noche. Cuando llegamos allí era aún de día, pasado el pequeño pueblo encontramos una zona turística con muchas tiendas y una oficina de turismo, antes de parar investigamos unos kilómetros más allá, pero parecía que sólo había campamentos militares. De regreso preguntamos en la oficina de información por el camping e hicimos compras para un par de días, el lugar parecía idóneo para pasar un par de noches. Regresamos sobre nuestros pasos y nos desviamos por una carretera asfaltada hacia el interior de las montañas, ya casi era de noche, pronto distinguimos a la derecha un grupo de tiendas de campaña, no parecía haber acceso para vehículos, continuamos y encontramos el camping, que no se trataba de otra cosa que de un campamento de verano para niños, únicamente nos permitían aparcar en el parking asfaltado, que tenía una buena pendiente. No nos dimos por vencidos y continuamos la carretera buscando algo mejor, ya completamente de noche, un par de kilómetros más allá la carretera acababa en un aparcamiento con un par de tiendas. Pero cerca Roger había echado el ojo a un lugar donde podríamos aparcar junto al río y así lo hicimos, a la mañana siguiente nos aparcaríamos unos metros más allá, en un rincón más tranquilo. Por la mañana pudimos comprobar lo buena que había sido nuestra elección, nos quedaríamos tres...