Troya

Troya y alrededores 24 de septiembre de 2005 Tras pasar el día de mi cumpleaños en Çanakkale decidimos acercarnos hasta los restos de la ciudad de Troya para así visitarlos al día siguiente. La entrada se encuentra en la aldea de Tevfikye donde, desde que saliera a la luz la versión cinematográfica de la Guerra de Troya, han proliferado los restaurantes, pensiones y campings. La oferta no es tan grande, pero si exagerada para el tamaño del pueblo. Nos acercamos a la taquilla para ver los precios, 10 millones por persona y otro tanto por el vehículo. Mientras yo hablaba con el taquillero un hombre se acercó a Rafa para ofrecerle sus servicios, tenía una pensión con un aparcamiento para caravanas, y también un restaurante con tienda de recuerdos (Priamos Restaurant). Allí mismo cenamos, un plato de berenjenas estofadas excelente, otro de calabacín rebozado un tanto soso y una brocheta de ternera con guarnición muy sabrosa, con el agua sumó 16 millones, unos 10 euros. Después de la cena buscamos un rincón donde dormir, se complicó un poco el asunto, pero al final nos acoplamos junto a unos puestos ambulantes de frutas cerca de la carretera comarcal, cuyo vendedor nos dio los buenos días amablemente la mañana siguiente. Esa noche vimos Troya, para entonarnos para la visita. Desayunamos y nos dirigimos a las taquillas, el dueño del Priamos Restaurant nos había explicado que el inicio de la visita distaba apenas 500 m y que no merecía la pena entrar con vehículo. Aparcamos la furgo en el pueblo y entramos. Lo primero que vimos fue una maqueta del caballo de...
Olympia

Olympia

Olympia, los juegos olímpicos 28 de agosto de 2005 El santuario de Olimpia se encuentra a pocos kilómetros del mar, ubicado entre olivos y cipreses, en una valle de la región de Élide. La entrada, que cuesta 9€, es bastante completa, e incluye tanto el santuario en sí, como los dos museos, el arqueológico y uno situado a la entrada del complejo dedicado a la historia de los distintos juegos. Si le dedicas tiempo y te lo tomas con calma puedes emplear tres o cuatro horas en visitar todo. Nosotros cometimos de nuevo el error de visitarlo a las horas intempestivas en las que más aprieta el calor y, aunque nos pusimos nuestros gorritos e íbamos bien provistos de agua, no evitamos que el sol nos acabara achicharrando. Muy cerca de la entrada principal, tras pasar el gimnasio donde se preparaban los atletas durante un mes, antes de comenzar los juegos, te encuentras con «El altar de Hera», donde, aún en la actualidad, se enciende el fuego olímpico que, desde aquí, parte en su viaje hacia la sede elegida. Impresiona el estadio, al cual se accede a través de un pasillo abovedado en su comienzo. Teníamos que corrérnoslo, era el mejor homenaje que se podía hacer, así que, primero Jorge, despojándose de su camiseta y mostrando su regio torso, corrió la distancia honrosamente. Luego yo, despojándome también y mostrando, mi no tan regio torso, recorrí la distancia. Ambos tuvimos que soportar una pequeña bronca de una de las vigilantes del santuario, que nos increpó por habernos quitado la camiseta, nosotros entendimos que nos había abroncado por faltar el respeto,...
El Peloponeso

El Peloponeso

Peloponeso, cuna de civilizaciones 24 de agosto de 2005 Tras visitar la asombrosa isla de Santorini pusimos rumbo al Peloponeso, sabíamos que no nos daría tiempo a verlo todo así que decidimos improvisar. El miércoles por la mañana cruzamos el canal de Corinto sin apenas darnos cuenta y nos dirigimos a Micenas. La antigua ciudadela se encuentra a unos veinte kilómetros de la costa, cerca de la ciudad de Argos. Y se asienta bajo los montes Agios Ilias de 750 m y Zara de 600 m, el paisaje actual resulta bastante seco, con apenas árboles y algunos olivares, pero en otros tiempos debió ser una región fértil y rica. Tras pagar la entrada de ocho euros recorrimos los restos arqueológicos, de los cuales la Puerta de los Leones es lo que se encuentra en mejor estado. Al atravesarla dejas a la derecha un cementerio real en forma de círculo, y subiendo se van dejando restos de habitáculos a ambos lados, en la parte más alta estaba el palacio, del que tampoco queda gran cosa. Hay una cisterna que se puede visitar con linterna, gracias a la cual se abastecían de agua desde el exterior de la ciudadela. Mejor impresión nos dejó el museo, en el que se pueden ver maquetas de cómo fue la ciudadela, y donde hay expuestas innumerables piezas de todas las etapas. Se describe toda su historia, desde el Neolítico hasta nuestros días. Por último visitamos el Tesoro de Atreo, o Tumba de Agamenón. Se encuentra en muy buen estado. Se llega a ella regresando hacia el pueblo por la carretera a mano derecha. Un poco...