Pekin, capital imperial

Pekin, capital imperial

Pekín Septiembre de 2007 Habían pasado casi dos años desde la última vez que Rafa y Jorge se veían, en enero del 2006 en Estambul, Rafa estaba muy nervioso pero bastaron veinte minutos para ponerse al día y que todo fuera como siempre, es decir, para que no pararan de hacer el bobo y de picarse el uno con el otro. Estábamos todos muy cansados, ellos tras su largo viaje en avión y nosotros tras el viaje de 18 horas de autobús desde Shanghai. Decidimos tomarnos la tarde con tranquilidad, caminamos lentamente en dirección a la Plaza de Tiananmen, para ello primero nos acercamos a la muralla de la Ciudad Prohibida, un canal o foso con agua la rodeaba y los coches y su humo no podían circular por la zona. Una puerta daba acceso a un espacio abierto entre la Puerta del Mediodía, a través de la cual se accede a los palacios, y la Puerta de la Paz Celestial, por la cual se llega a una de las plazas más grandes del mundo. En ese momento un batallón de soldados más altos que la media nacional llevaba a cabo los pasos militares previos a la bajada de bandera, este acto nos mantuvo atrapados más de media hora junto a otros centenares de personas, cuando por fin pudimos salir a la inmensa plaza ya era de noche, la iluminación realzaba el retrato de Mao al otro lado de la puerta, presidiendo Tiananmen, decenas de chinos se arremolinaban para sacarse la foto de rigor con el líder comunista. Pospusimos la visita para otro día y giramos a la izquierda por la gran avenida Dongchang’an...
Shanghai

Shanghai

Shanghai, glorioso pasado y prometedor futuro 4 de septiembre de 2007 Hemos pasado un día de transición en Guilin, una ciudad importante de la provincia de Guanxi. Esa tarde cogeríamos el tren litera que nos llevaría a Shanghai, un viaje de 22 horas para recorrer 1500 Km. Optaríamos por coger billetes de litera dura, la mitad de baratos que litera blanda. El tren es fenómeno, a la izquierda de los vagones hay unos asientos y una pequeña mesa, un estrecho pasillo alfombrado y los departamentos abiertos de las literas, tres a cada lado, una sobre otra, con un colchón de cuero que al final no resulta tan duro y unas sabanas limpias, así como una almohada correcta, incluso hay una tele por cada compartimento. De vez en cuando pasan carritos que venden fruta, noodles o arroz con carne, verdura o huevos. Damos varios paseos por el tren hasta llegar a los compartimentos de litera blanda, no encontramos muchas diferencias, en vez de 6 literas hay 4, las sabanas son más chillonas y hay una puerta para cerrar el compartimento, el restaurante está abarrotado, nos vamos a dormir. Al día siguiente me despierto a las 8 y media de la mañana, habiéndome acostado a las 11, he descansado muy bien y Silvia al parecer también, ya que sigue frita durante un buen rato más, la experiencia en el tren está siendo un éxito. El tren hace una parada en Shang Rao, que no tengo ni idea de dónde está pero aprovecho a bajar del vagón y comprarme un zumo de naranja, después me entero de que quedan 5 horas para...