Mascate

Mascate

Mascate, la ruta de las especias 14 de diciembre de 2007 El tráfico desapareció enseguida y una moderna autovía nos dejó en el barrio de Ruwi, un área frecuentada por emigrantes del subcontinente indio y el mejor lugar para realizar gestiones como compra de billetes de avión. No paramos y continuamos por la calle que lleva el mismo nombre que el barrio hasta llegar a Mina Street, arteria que nos llevaría directamente a la «Corniche» de la bahía de Mutrah, el lugar más emblemático y con más sabor de la capital. Íbamos un poco desinformados, Omán nunca había estado en nuestros planes por lo que no habíamos leído mucho sobre él, antes de parar decidimos recorrer el lugar en vehículo, ya tendríamos tiempo de parar a pasear. La Corniche acaba pero la bahía continúa dejando a un lado la fortaleza portuguesa, una pequeña subida nos permite pasar a la siguiente bahía, más pequeña y resguardada, el verdadero Mascate, donde se levantan el Palacio Real y unos cuantos edificios oficiales y sedes militares. Esta vez sí aparcamos la camioneta y nos disponemos a inspeccionar el lugar, sinceramente la excursión resultó bastante insulsa, el lugar estaba muerto, no había gente en las calles, en parte normal ya que apenas se veían residencias, era como una ciudad fantasma. Fue tal nuestra impresión que dimos por concluida nuestra visita rápidamente y regresamos a Mutrah, eso sí, tras echar un ojo a los fuertes que flanquean el acceso a Mascate desde ambos extremos de la bahía. Mutrah fue nuestro siguiente hogar, aparcamos en un aparcamiento-mirador a un kilómetro de la corniche y nos relajamos...
Costa del mar de Arabia

Costa del mar de Arabia

La costa del mar de Arabia 10 de diciembre de 2007 Cruzar la frontera con Omán nos llevó un buen rato, se notaba que por allí no solían circular vehículos que no fueran de la Península Arábiga. Tratamos por todos los medios no pagar el seguro, pero aquí ya no se andan con bromas y tuvimos que desembolsar los diez o quince euros correspondientes a diez días de estancia. Poco a poco la tormenta de arena que nos había acompañado desde Khor Fakkan fue diluyéndose, no así el desierto, que parecía no tener fin. Queríamos tomarnos Omán con mucha calma, paramos en una aldeilla a comer, Al Badaliya, decidimos quedarnos allí mismo a dormir. Los primeros en acercarse fueron tres niños de edad inferior a los diez años, ninguno de ellos hablaba una sola palabra de inglés, se conformaron con observarnos cada vez más de cerca y dejarse hacer un par de fotos. Sus hermanas y familiares llegaron un rato después para invitarnos a su casa, como ya nos ocurriera en otras ocasiones en Jordania o Irán, pronto nos vimos rodeados de personas que no querían perderse la novedad. Aparcamos la furgoneta junto a nuestro nuevo hogar y pasamos con la familia toda la tarde, la noche y media mañana del día siguiente, hacía tiempo que no nos veíamos en una situación similar, desde que abandonáramos Pakistán mucho tiempo atrás. De nuevo una familia musulmana nos abría su casa y su corazón, llenos de dudas y entusiasmo ante nuestra presencia; lo sorprendente de esta ocasión fue el hecho de que fueran las mujeres las que más se interesaran y...