costa oeste, retiro de jubilados

costa oeste, retiro de jubilados

Costa oeste, retiro de jubilados 10 de febrero de 2007 En Induruwa nos alojamos en el hostal Long Beach Cottage, regentado por un hombre casado con una mujer alemana, el lugar era muy acogedor, con habitaciones amplias y un jardín con acceso directo al mar. La primera noche nos tocó cena frugal a base de crackers, quesitos, yogur con miel y fruta, aquello estaba desierto y era muy tarde para pedir cena en el hotel. Tras la cena Rafa y Teresa se echaron su primera partida de ajedrez mientras los cuatro nos enfrascábamos en una de nuestras eternas e interesantes conversaciones. Por la mañana, después de casi dos horas desayunando, nos fuimos los cuatro a visitar los Brief Gardens cerca de Aluthgama, a apenas diez kilómetros de distancia, nos montamos todos en el mismo rickshaw y en media hora estábamos allí. Los famosos jardines son propiedad privada, se encuentran en una finca con una mansión-museo que también se puede visitar. La entrada nos costó 500 rupias, 50 a cada uno por el jardín y 300 más para que Rafa visitara la vivienda y tomara fotografías de su interior. Nos dimos un buen paseo y, la verdad sea dicha, a mí no me parecieron unos jardines increíbles, aunque no soy experta en el tema. En vez de visitar Bentota directamente, regresamos al hostal a descansar, por la tarde cogimos un autobús para recorrer los cinco kilómetros que nos separan del centro turístico de la zona. En Bentota queríamos ir al bazar, preguntamos el camino a unos hombres que nos indicaron una dirección, pronto nos vimos caminando por un camino asfaltado junto a un hombre que comentaba que él...
Costa sudoeste de Sri Lanka

Costa sudoeste de Sri Lanka

Grato encuentro en la costa del sudoeste 6 de febrero de 2007 El autobús nos dejó a la entrada del pueblo de Unawatuna, caminamos durante 10 minutos y un hostal llamó nuestra atención, parecía una casa de huéspedes con su balcón, su jardín, muy acogedora. Rafa se quedó en el piso de abajo mientras yo subía a comprobar cómo eran las habitaciones, visité una, me gustó, entonces me acerqué a ver el balcón, en ese momento una mujer salía de una de las habitaciones, cuál fue mi sorpresa al ver que era Teresa, la mujer de Bilbao que habíamos conocido en Navidad en una playa de Goa. Nos dimos un gran abrazo, y sin ninguna duda decidí que nos quedaríamos allí esos días. Teresa estaba lista para salir, tenía que ir a Galle a cambiar dinero o a sacarlo del cajero, pero aún así decidió quedarse con nosotros a conversar un rato que se convirtió en más de una hora. Nos pusimos al día de lo que habíamos estado haciendo el último mes y medio, ella nos contó como había acabado nuestra aventura con los vendedores de Mandrem, en Goa, nosotros por nuestra parte le contamos nuestro viaje por Karnataka y Kerala. Aunque cuando la conocimos se encontraba sola su viaje por Sri Lanka lo estaba realizando con otra chica, Rakel, una navarra de nuestra edad, en esos momentos se encontraba acostada en la habitación, algo que había comido la noche anterior le había sentado mal y necesitaba descansar. Aunque teníamos ganas de seguir charlando y charlando nos tuvimos que despedir por el momento, a Teresa le iban a cerrar los bancos;...
Mirissa, las playas del sur

Mirissa, las playas del sur

Mirissa, las playas del sur 4 de febrero de 2007 Saludamos al Océano Índico de nuevo y hacíamos nuestra primera visita al mar en Sri Lanka, a la costa que fue seriamente dañada por el Tsunami, no nos faltarían testimonios de la tragedia durante toda nuestra estancia en la costa sur del país. Pero Mirissa fue tocada por la fortuna durante ese fatídico día, mientras que a pocos kilómetros hubo pueblos arrasados, a Mirissa no le llegaron ninguna de las olas asesinas, o le llegaron con menor fuerza. El autobús que nos traía de Ella se pasó de parada, por lo que tuvimos que andar con nuestras mochilas durante un rato hasta llegar a la zona de hostales, enseguida echamos de menos el frescor del interior, aquí el calor húmedo era uno de los protagonistas. Por suerte no tuvimos que buscar mucho a lo largo de la carretera atestada de hostales y que corría paralela al mar, apenas a 40 metros. Nos alojaríamos en una casa de huéspedes de estilo colonial, uno de los chavales que llevaba el hostal nos ofreció una de sus habitaciones en un jardín, era el lugar perfecto. Tras una reparadora siesta empezamos a investigar por los alrededores, la playa de Mirissa tendría unos 500 metros, llena de palmeras y con fina arena blanca, pero no muy apta para el baño, había grandes olas, de hecho este es uno de los lugares famosos en Sri Lanka donde los surfistas practican sus habilidades con la tabla. Decidimos andar por la orilla hasta una colina, tras la cual nos habían dicho había dos pequeñas bahías con sus...