Himalaya en Lantang

Himalaya en Lantang

Himalaya, el Valle de Lantang 16 de septiembre de 2006 Día 0 Este trekking, aún siendo conocido, no es de los más transitados, y menos en esta época del año. Para realizarlo hay que llegar hasta el pueblo de Dumche o de Syabrabensi (si se inicia desde este segundo lugar se ahorra una jornada), dos autobuses locales cargados de gente y de provisiones parten de la estación de Katmandú hacia esta región, uno a las 6h30 y otro a las 7h30, mal informados cogimos el segundo pensando que podríamos llegar hasta Syabrabensi esa tarde pero sólo el primero de ellos llega tan lejos. El autobús recorrió los primeros 72 kilómetros en unas tres horas y media, hasta Trisuli, a partir de aquí comenzó la odisea, recorrería unos 35 kilómetros en otras cuatro o cinco horas. A causa del monzón la carretera estaba destrozada y el autobús no podía pasar de Ramche, en ese pueblo toda la gente descendió del vehículo con sus sacos y sus mochilas, y todos juntos emprendimos una caminata de casi una hora hasta Thare donde otro autobús nos llevaría por fin hasta Dumche en lo que fue ¡¡una jornada de once horas para recorrer 135 kilómetros!! El permiso de entrada al Parque Nacional de Langtang se abona en una caseta pocos kilómetros antes de llegar a Dumche, cuesta 1000 rupias (unos 10 euros) y lo exigirán a mitad de camino en un puesto de control. Ya en Thare, en el segundo autobús, nos informaron que no podríamos llegar a Syabrabensi ese mismo día, eso no era lo malo, al día siguiente sólo había autobuses por la...
Patán

Patán

Patán o Lalitpur, la ciudad bella 5 de septiembre de 2006 El Valle de Katmandú es rico en cultura, las distintas capitales que ha tenido el país siempre se han asentado en alguno de sus rincones, a mitad de camino entre las altas montañas del Himalaya y la vasta llanura tropical del Terai. Patán, una de esas capitales, se encuentra a menos de cinco kilómetros de Katmandú, en realidad son parte de una misma ciudad, sólo separadas por las aguas del río Bagmati. Pero en Patán se respira otro ambiente, menos urbano, más relajado, a pesar de la incursión de los vehículos en el centro de la misma. Se puede llegar hasta allí caminando, hay que contar con más de una hora desde la plaza Durbar de Katmandú hasta la homónima de Patán, también circulan autobuses cuya tarifa es de nueve rupias o taxis que cobran unas ciento cincuenta (pero que pedirán inicialmente el doble, nunca olvidarse de regatear). Nosotros decidimos acercarnos caminando bien temprano, pensando que evitaríamos el tráfico matutino, pero no fue así y el descenso por la avenida Kantipath fue agobiante, los minibuses ya estaban en marcha y expulsaban sus gases contaminantes a una ciudad cuyo aire cada vez es más difícil de respirar. Nuestros pasos nos llevaron hasta el río donde, supuestamente, cambiamos de ciudad, sólo un gran cartel dando la bienvenida a Lalitpur o ‘Ciudad Bella’ indicaba el cambio. Este otro apelativo hace honor a la gran cantidad de monumentos que adornan la ciudad, reclamo para los turistas que a diario, pero en reducido número, se acercan a contemplarlos. Nuestro primer hallazgo fue el Golden...
Katmandú – Durbar Square

Katmandú – Durbar Square

Katmandú, Durbar Square Septiembre de 2006 El día que llegamos a Katmandú estábamos tan destrozados moralmente por la nueva avería de la furgoneta que no tuvimos fuerzas ni para movernos por la ciudad. Fue el segundo día cuando nos pusimos en marcha hacia Durbar Square, y de nuevo tuvo que esperar porque al llegar un policía nos dijo que debíamos pagar una entrada de 200 rupias, pero que con una fotografía carné nos harían un pase por la duración del visado, decidimos así regresar al día siguiente con la foto. Yo desconocía por completo lo que me iba a encontrar, nunca había visto imágenes de la ciudad y lo que había visto en Pokhara poco, o más bien nada, tenía que ver con lo que esconde la capital del país en sus calles. Penetramos en la plaza por la calle que llega de Chettrapatti, por el noroeste. Ya pagando la entrada comencé a ver los tejados de los templos en forma de pagodas, se multiplicaban uno detrás de otros, recuerdo que me pareció lo más bonito que había visto nunca, aunque claro, esto me ha ocurrido muchas veces en el transcurso del viaje, Capadocia, Wadi Rum, Isfahán, Rakaposhi, me vienen a la mente numerosos lugares ya escondidos en el baúl de los recuerdos. La plaza es perfecta, no parece haber ningún orden en la construcción de los templos, más bien todo lo contrario, parece que cada rey a su antojo hizo levantar cada edificio, sin respetar unas dimensiones o distancias entre ellos, pero seguro que todo estaba bien planeado, y algún sabio consultó las estrellas antes de decidir el...