Konya

Konya

Konya, la cuna de los Derviches 19 de octubre de 2005 Llevábamos ya mucho tiempo viajando junto al mar y nos apetecía un cambio, en un principio teníamos planeado ir a Konya a la vuelta de Siria y Jordania, pero cambiamos los planes. Para llegar a Konya hay que atravesar los Montes Taurus en su vertiente más occidental, la menos elevada, y adentrarse hasta el corazón de la inmensa estepa de Anatolia. No nos imaginábamos lo que nos esperaba en el camino, en Antalya hacía unos 27ºC esa misma mañana de octubre. En los alrededores de Side la carretera abandona el mar y se dirige hacia el norte, enseguida comenzamos a ascender con la furgoneta, la temperatura descendía progresivamente, ¡ya estábamos a menos de 10ºC! Se nos estaba haciendo tarde y decidimos parar antes que se hiciera completamente de noche. Junto a un pueblo, en un aparcamiento cerca de la carretera, paramos a descansar; tuvimos que encender la calefacción hasta la hora de acostarnos. Esa noche la temperatura descendería por lo menos hasta 4 ó 5ºC. Nos levantamos temprano y seguimos camino, continuábamos ascendiendo. Desde la carretera se veían de vez en cuando rebaños de ovejas y cabras, o tractores realizando sus labores en el campo. No estábamos seguros: «aquello parece nieve»-le dije a Rafa-«no puede ser verdad, aún estamos en octubre, será roca viva»-me contestó él convencido. Cada vez parecía más claro y en pocos kilómetros la nieve estaba junto a la carretera, el termómetro marcaba 1ºC; ¡qué contraste!, ayer a casi 30 ºC y hoy a 0ºC. Nos pareció divertido, incluso bromeamos con la idea de estrenar...
Antalya

Antalya

El puerto romano de Antalya 16 de octubre de 2005 La noche del 16 de octubre nos esperaba una sorpresa, algo que nunca habíamos visto. Habíamos leído y nos habían hablado de los fuegos de Quimera, pero eso hay que verlo. Serían más de las nueve de la noche cuando llegamos al puesto de control tras recorrer varios kilómetros de carreteras sinuosas. El guarda nos cobró la entrada: 2 millones cada uno y nos explicó que los fuegos se encontraban a aproximadamente un kilómetro de allí, teníamos que ascender unos veinte minutos por un sendero bien marcado. Antes de ascender encontramos un cartel donde se explicaba la existencia de los fuegos. No llevábamos ni doscientos metros cuando Rafa quiso pararse para hacerle fotos a la luna, el cielo era todo un espectáculo. Mientras estábamos allí parados pasó una pareja de franceses de unos cincuenta años, ella ya iba jadeante. Tras saludarnos siguieron su camino. Llegamos a la zona de los fuegos unos diez minutos después. De debajo de las rocas, de unas pequeñas hendiduras salían llamas como si de una cocina se tratara. Si te acercabas a ellas sentías el gas que las mantenía vivas, un gas suave y dulce, muy extraño. Vimos unas treinta llamas de distintos tamaños en dos zonas separadas unos diez o quince metros, la naturaleza nos sorprendía de nuevo. En aquel lugar sólo estábamos nosotros y los franceses. Cuando ya nos disponíamos a descender oímos gritar a la mujer. Nos acercamos hasta donde se encontraba, en el suelo, e intentamos ayudarla a levantarse, no podía. Estuvimos un rato esperando a que se recuperara, ella...
Bodrum y el castillo cruzado

Bodrum y el castillo cruzado

Bodrum y el castillo cruzado 7 de octubre de 2005 Bodrum es una ciudad costera de pequeño tamaño frente a la isla griega de Kos, es famosa principalmente por dos motivos. Primeramente por el imponente Castillo de San Pedro, que domina un pequeño cabo, dividiendo a la ciudad en dos bahías. El otro motivo es que en este lugar se construyó una de las 7 maravillas del mundo antiguo, El Mausoleo de Halicarnaso. Antes de llegar paramos a comer junto a la carretera, en un mirador, a unos 20 km de la ciudad. Había un golfo enorme que penetraba varios kilómetros, era un sitio ideal para dormir, y así lo hicimos por la noche. Llegamos a Bodrum poco antes de que el sol se pusiera, pero nos dio tiempo a ver el atardecer junto al castillo. Habíamos leído mucho y bien sobre la ciudad, pero nos decepcionó un poco en la primera impresión, había un tráfico denso y nos costó un poco aparcar. Cuando empezamos a andar vimos muchas tiendas de souvenirs, mucha gente por las calles, no nos esperábamos tanto turismo. Fuimos hacia una de las bahías, atravesando las callejuelas de la ciudad, atestadas de puestos y de agencias al aire libre que ofrecían excursiones variadas. Llegamos a la playa de la bahía, había cafeterías muy bien puestas, con todo lujo de detalles, justo estaba atardeciendo, así que nos sentamos a ver la puesta de sol y la enorme silueta del castillo. También nos encontramos con una barco de vela varado, que parecía más bien que estuviese ahí puesto de un modo no natural. A la mañana siguiente,...
Priene y Mileto y Didyma

Priene y Mileto y Didyma

Priene, Mileto y Didyma, esplendor del pasado 6 de octubre de 2005 La noche del 5 de octubre, tras la visita a Efeso, dormimos en Kusadasi, otro de los centros turísticos más importantes de la costa turca. Pudimos comprobar que estaba lleno de hoteles repletos de extranjeros, y las calles que daban a la Playa de las Damas estaban llenas de tiendas y restaurantes enfocados también al turismo no nacional (los precios aparecían en libras esterlinas). Por la mañana nos acercamos a la antigua ciudad de Priene. Nos acercamos hasta la entrada y nos quisieron cobrar por aparcar en una cuesta de tierra; me negué y bajé el coche hasta donde se encontraban los restaurantes. Parece ser que al tipo de la puerta no le hizo mucha gracia que no aparcáramos allí, pero no vamos a estar pagando por todo, te sangran poco a poco. Estábamos prácticamente solos recorriendo los restos arqueológicos (2 millones por persona). Se encuentran en un promontorio a unos veinte kilómetros del mar, el entorno es bastante espectacular, con bosques de pinos y una mole de piedra como telón de fondo. Las columnas que quedan en pie son impresionantes y hay restos de columnas iguales desperdigados por todas partes. Entre los pinos nos encontramos con una tortuga, hay muchas en este país, no sería la última en cruzarse en nuestro camino. Entre campos de algodón en plena recolección llegamos hasta el mar. Queríamos darnos un paseo por la reserva natural de Dilek. Según nos acercábamos comenzamos a divisar cientos de garzas, negras y blancas, desperdigadas por las marismas. El paisaje prometía un buen paseo, pero...
La de los mil nombres

La de los mil nombres

La de los mil nombres Septiembre de 2005 El sol se pone en la ciudad. Estoy volviendo a través del Puente de Galata, después de dar un paseo por el animado mercado de pescado, donde se pueden comprar las piezas vivas. Si levanto la cabeza, hacia la derecha, se yerguen decenas de minaretes hasta donde la vista alcanza. Si miro de frente, defino la silueta de la que dicen es la más espléndida mezquita de Estambul, Süleymaniye Camii, situada sobre una colina, obra del maestro de arquitectos. Desde luego es la más grande. En todo el complejo, además de la mezquita, hay un albergue, un hospital, un seminario teológico y otras dependencias, así como la tumba de Solimán el Magnífico, su esposa y la del propio Sinan. En el 324, el emperador romano Constanino I el Grande eligió Bizancio como la nueva capital del imperio, la llamó Constantinopla y, al igual que Roma, la construyó sobre siete colinas. Continúo paseando por el puente y, justo debajo, frente a mí, cientos de personas corren a coger los ferrys hacia Üskudar, la parte asiática. Si giro un poco la cabeza, veo a comerciantes recogiendo los puestos del bazar egipcio, junto a la gran Yeni Camii, en Eminönü. Al otro lado del puente se ve a lo lejos parte del Palacio de Topkapi, Santa Sofía y los seis minaretes de Sultanahmet Camii o Mezquita Azul. Si me doy la vuelta veo la torre Veneciana de Galata, donde se divisa la ciudad desde una altura privilegiada. Continuo andando, observando a los pescadores que se arremolinan para pescar en el puente. Hay un niño...