Festival Indra Jatra

Festival Indra Jatra

Indra Jatra, festival de la diosa Kumari 6 de septiembre de 2006 El día 6 de septiembre, coincidiendo con el final de la época de lluvias monzónicas y el inicio de los meses de buen tiempo, se celebra en todo el país el festival Indra Jatra. Se trata de un acontecimiento multitudinario y pintoresco que homenajea al dios Indra y a la diosa Kumari, diosa viviente que saldrá a pasearse por la ciudad durante el festival. El dios Indra es el antiguo dios ario de la lluvia y según cuenta la leyenda se acercó un día al valle de Katmandú para coger una flor que su madre, la diosa Dagini, le había pedido. Indra fue capturado mientras cogía las flores y encarcelado hasta que su madre lo liberó. Cuando los aldeanos supieron la identidad del prisionero lo liberaron con alegría y decidieron celebrar cada año una fiesta para conmemorar lo ocurrido. Como recompensa la diosa Dagini prometió regar los campos en los meses venideros y llevarse consigo al cielo a los recientes difuntos. Durante el festival se rinde homenaje a los difuntos más recientes y se adora a ambos dioses, presentando ofrendas en su nombre. El primer día esas ofrendas se engrandecen con los sacrificios de gallos y cabras que tiñen de rojo las calles. Sabíamos que el festival iba a tener lugar al día siguiente, así que nos dimos un paseo por Durbar Square y las calles aledañas para ver los preparativos. El gran lingam (o poste representando un falo, y por lo tanto a Shiva) se encontraba en el suelo, esperando a ser levantado al día siguiente...
La lonja de Harnai

La lonja de Harnai

La frenética lonja de Harnai 21 de diciembre de 2006 La diminuta población de Harnai se podría considerar como uno de los millones de tesoros que oculta India, no aparece en ninguna guía de viaje, de ahí que permanezca desconocida, manteniendo toda su esencia, aislada a orillas del mar de Arabia, en la provincia de Maharastra. Supimos de este pueblo de boca de la familia Bodineau y fue su entusiasmo al hablar de él lo que nos convenció para ir. Todos los días se repite en Harnai la misma situación, quién sabe lo que habrá evolucionado a lo largo de los años, quién sabe desde cuando se hará. Dos horas antes del atardecer van llegando los barcos de pesca, que anclan lo más cerca que la profundidad les permite a lo largo de una de las bahías que se forman en el pueblo. Mientras, en la orilla, coronada por los restos de una fortaleza portuguesa, van llegando los carros de bueyes, se van acumulando, a la espera de un invisible silbato, que indicará el comienzo de la acción. Desde mi posición, cercano al faro, rodeado de redes y un fuerte olor a pescado, la vida cotidiana sigue su curso, hay dos chavales que desenredan con maestría y agilidad una red; un hombre y una mujer están sentados, mirándome fijamente, tanto a mí como a mi agresiva cámara, ladrona de su intimidad, a su lado hay una ordenada fila de peces puestos a secar, los bueyes siguen llegando, con el marco de una larga hilera de palmeras y una tímida colina. Los carros, junto a sus bueyes y a sus...
Bombay y el esplendor británico

Bombay y el esplendor británico

Mumbay, antes Bombay, esplendor británico 14 de diciembre de 2006 Quizá fue porque no nos habíamos informado mucho sobre qué ver o visitar en la mayor ciudad de la India, la cuestión es que pocas ciudades de las que hemos visitado me han causado tanta y tan buena impresión. La primera para mí siempre será Estambul, la eterna, y de verdad que sigo pensando que no hay ninguna ciudad que la pueda igualar en belleza, claro, es mi opinión, recuerdo Alepo o Damasco, Yazd o Isfahán o Katmandú o Varanasi, entre algunas otras, pero Bombay es, a partir de nuestra visita, una de las ciudades claves para mí. Visitamos la ciudad (no más de un quinto de ella por cierto) con Nico y Esther, dejamos con mucho acierto las furgonetas en Damán, una antigua población, ex colonia portuguesa, que distaba de la enorme urbe 200 Km hacia el norte. Tardamos algo más de cuatro horas en llegar hasta Bombay, dos de ellas recorriendo la megalópolis, volví a recordar los apretujones del metro de Madrid o del cercanías, pero aquí elevados al triple, con empujones, atropellos, que hicieron que Nico y yo alucináramos en colores y llegásemos a la conclusión de los accidentes que tienen que ocurrir a diario. Tampoco se salvaron de las embestidas Silvia y Esther, que viajaban dos vagones atrás, en la zona reservada a mujeres y niños. Llegamos a una de las principales estaciones a mediodía, ubicada en un barrio muy cercano a Colaba, el distrito corazón de Bombay y que ocupa la mayor parte del sur de la isla, donde se asienta la ciudad, sobre un cabo...
La tribu de los Bishnoi

La tribu de los Bishnoi

La tribu de los Bishnoi 16 de noviembre de 2006 Decidimos pasar nuestro último día en Jodhpur haciendo una excursión en jeep para visitar a los Bishnoi, una tribu del desierto del Thar conocida por su extrema actitud ecológica y que vive en una zona a 40 kilómetros de la ciudad. Cogimos el jeep a las 7 de la mañana, iba con nosotros un turista local jubilado, procedente de Calcuta y que, aunque en un principio resultó agradable, acabó siendo un poco pesado, haciendo preguntas de todo tipo, algunas de ellas un tanto indiscretas, a Silvia acabó por sacarla de quicio. Muy pronto abandonaríamos una Jodhpur desierta para coger una carretera comarcal que se adentraba en el desierto, camino de nuestra primera parada, el poblado de los Bishnoi en sí, pero primero aparcaríamos para ver algunos grupos de camellos que cruzaban la carretera y algún que otro antílope lejano que en cuanto detectaba nuestra presencia salía corriendo. Al llegar a la casa del pueblo pareció como si todo estuviese preparado para nuestra visita y en realidad sería así, al fin y al cabo esto era una atracción turística y todas las paradas estaban de antemano prefijadas. Aún así todo resultó natural, nos recibieron dos hombres y una mujer, que emanaban tal carácter, que resultaba imposible que pudieran fingir, estaban por encima de nosotros, los hombres lucían una vestimenta blanca, grandes turbantes y no menos lustrosos bigotes, iban a lo suyo, pero nos recibieron con hospitalidad, la mujer, mientras, calentaba algo en la leña, llevaba un sari y un pañuelo que le cubría la mitad de la cara, su rostro...
Pushkar, Corazón del Rajastán

Pushkar, Corazón del Rajastán

El lago sagrado de Pushkar 13 de noviembre de 2006 Se nos quedó cara de tontos a los dos cuando comprobamos en un internet en Delhi que la Feria de Pushkar terminaba el 5 de noviembre tal y como Ana nos dijo en un email. Un comerciante nos había dicho que la feria duraba una semana tras la luna llena pero se equivocó, dura tan sólo cuatro días y la luna llena es el último, este año coincidía con los días 2-5 de noviembre. Fue una pena porque el día 3 de noviembre dejamos Orcha y llegamos a la capital, bien hubiésemos podido conducir a Pushkar y disfrutar del evento. Durante esos cuatro días se celebra la reunión de camellos más multitudinaria de Asia y posiblemente del mundo entero, en esta pequeña población se reúnen más de 200.000 personas, de entre ellos un tercio turistas. Los comerciantes recorren con anterioridad kilómetros y kilómetros en caravana desde sus lugares de origen, antiguamente venían incluso desde lo que es ahora el vecino Pakistán y desde Afganistán. Los visitantes copan todos los alojamientos, que hacen su agosto triplicando el precio de sus habitaciones; como no hay sitio para todos se montan campamentos con bungalows y tiendas de campaña con ofertas para todos los bolsillos. Las actividades no se ciñen a la compra-venta de camellos, también hay espectáculos de música y otras artes. Ya era tarde para ir, nos conformamos con visitar la ciudad del lago sagrado con las chicas unos cuantos días más tarde. Así, la tarde del 12 de noviembre, llegamos a Pushkar, fuimos directos al hotel Seventh Heaven, que alguien nos había...
India es Varanasi

India es Varanasi

¡India es Varanasi! 23 de octubre de 2006 Se agotaban nuestras últimas horas en Nepal, las últimas horas de dos meses relajados. Comenzaríamos la segunda etapa en India, de unos cinco meses, la adaptación iba a ser dura, pero al menos íbamos en buena compañía con Bego y Ricki, que entraban en India con nosotros para pasar unos días en Varanasi. Entramos en India por la frontera principal, a pocos kilómetros de uno de los centros de peregrinación más importantes para el Budismo, Lumbini, el lugar en el que Buda se iluminó, dejaríamos para otro momento la visita. La entrada ya fue extrema, como todo en India, se acababa la paz y la intimidad, volvíamos al bullicio, la suciedad y la locura en las carreteras. En dos días estaríamos en Varanasi, la ciudad del Ganges, o del Ganga, como se le llama aquí, una de las ciudades más veneradas del planeta, sobre la que habíamos oído hablar largo y tendido y que teníamos ganas de visitar. La noche anterior a entrar en la ciudad la pasaríamos en un sórdido hotel de la ciudad de Gorakhpur, un hotel sacado directamente del cine negro. La ciudad es tristemente famosa por ser un nido de insectos de todo tipo y talante, hecho que corroboramos ampliamente, por lo demás, sirve de ciudad-puente para llegar a Nepal a través de la frontera principal. La entrada en la ciudad sagrada no tuvo nada de mística y espiritual, resultó como la entrada en cualquier ciudad de India, Ricki y yo estábamos de los nervios, supongo que sería un método de defensa, intentando entender el modo de vida y...